De El Jabalí y otros microcuentos de Fari Rosario

ORÁCULO
Mi madre me dijo que mi supuesto padre es un militar de los que lucharon en la guerra civil. Dijo también que de vivir aún mi padre es posible que resida en la frontera. Sí, es cierto lo que dicen todos: he recorrido todos los pueblos buscando a mi padre, pero hoy haré el último viaje.

MALA SEMILLA
 Cuenta una leyenda semita que había un rey beligerante y muy encaprichado con el arte de la guerra. Se dice que no dormía y que su imponente ejército no acababa bien una guerra, cuando ya había recibido el comunicado para hacer la guerra en otro bando. El rey no daba tregua. Una mañana la esposa del rey le comunicó que estaba en cinta; él reaccionó convocando a todo el ejército, y lo saludó diciendo: “Durante 9 meses no habrá guerra; mi mujer está embarazada, y mi futuro hijo no debe respirar el aire de los muertos ni escuchar el fútil grito de los caídos en los campos de batalla”.
Así se hizo. Lo sorprende del caso es que al nacer el venerable imberbe, el rey murió al tercer día. (Aún no se sabe la causa). Mucho tiempo después, el hijo del rey asumió el trono de su padre. Pronto se ganó el nombre de “el hombre de hierro”. Y he aquí que el venerable no solo extendió el reino, conquistando nuevos territorios, sino que declaró la guerra a todos; incluso a los pocos reinos que gozaban de la simpatía y la benevolencia de su padre.

EL JABALÍ
El jabalí avanza sin mirar atrás; viene de la montaña, y ahora recorre el camino a toda prisa. Trata de esconderse de una sombra que lo persigue. Avanza buscando el río de un modo furtivo, pues ha llegado ha pensar que en cuanto llegue al mismo,  la sombra desaparecerá o perderá sus huellas. Pero ya próximo al agua, el jabalí percibe otra sombra, esbelta, vertical, zigzagueándose con un rifle o escopeta. Entonces el jabalí cae en cuenta que no sólo es una sombra; ahora son dos sombras las que lo persiguen.

LA MUJER DE LOT 
Ella entró sigilosamente a la taberna y pidió un trago, como la mujer de Lot. Tomó otro trago, y después fue al espejo, como la mujer de Lot.
Despertó. Después se vistió, atravesó la puerta y se fue pensando en Lot, y en el patético hecho de ser la mujer de Lot.

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