Memorias de los pasajeros. Joaquín Guillén Márquez

PLACER
Veo con claridad cada parte de tu cuerpo. De pronto todo es oscuridad. Ahora siento nuestro suave vaivén. Una mano que no es tuya se apodera de mis hombros. Escucho los quejidos de los que están a un lado de nosotros. Nos juntamos más, como si el calor no fuera suficiente. Alguien te separa de mí para ponerse en tu lugar. Logro identificar ese olor a sudor femenino. Después siento una respiración al oído. Regresa la luz y seguimos ahí: en el Metro a las seis de la mañana.


CARNADA
El asiento vacío es como carne en una jaula de leones hambrientos. No se puede estar seguro de quién lo ganará. La astucia de los pasajeros es increíble en esos casos. Pueden ir desde distracciones, pisotones, empujones, golpes, miradas, gritos como “¡Es mío, cabrón!” y hasta un piquete en los ojos. Una vez me tocó presenciar una alianza entre dos mujeres. La primera estorbó mi camino para que la otra avanzara, no sin antes empujarme. En una suerte de empatía femenina, las nuevas amigas disfrutaron de la comodidad y el entretenimiento que les causaba verme aplastado entre más personas.

Tomado de: http://www.jornada.unam.mx/2010/10/03/sem-joaquin.html

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