Identidades de Ezequiel Wajncer


Identidades
Era una mujer de espesa imaginación. Por las noches, soñaba que su marido era un agente secreto que la poseía en los baños de un casino en Londres; o, a veces, un corredor de bolsas de Wall Street que la acosaba en la parada de un taxi; o un secuestrador que la raptaba y, en el interior de un auto sucio, le acariciaba la entrepierna.
Él también tenía una imaginación frondosa: a menudo soñaba que su esposa era una colegiala con jumper a la cual montaba en el piso de una aula vacía; o, en ocasiones, una odalisca huyendo del Sultán y pidiéndole refugio a cambio de sexo; o (y ésta era su fantasía mejor) una policía que lo castigaba practicándole una fellatio sin permitirle acabar.
Despiertos, no se reconocían.

Tacto
No deseo preocupar a mis padres. Nada quiero decirles del robo; pero cómo ocultar la turbación, el miedo; cómo pasar por alto los detalles más obvios, el disparo certero, por ejemplo. Y, sobre todo, cómo simular mi triste transparencia.

Indiferencia
Hombre mira mujer. Mujer, nada.
Hombre se acerca a mujer. Mujer, nada.
Hombre dice palabras. Mujer, nada.
Hombre insiste. Mujer, nada.
Hombre molesto se retira (con lancha).
Mujer se ahoga.

Preocupación materna
“Estás volando de fiebre”, le dijo a su hijo. Él no la escuchó; muy entretenido se encontraba chocándose contra el cielo raso.

Vampiro II
Según las estadísticas, existen dos tendencias bien marcadas. En la mayoría de los casos, aquellos que poseen una perenne vocación de chupasangre se hacen vampiros. Los otros, triunfan en política.

1 comentarios:

Anónimo | 1 de diciembre de 2009, 20:22

Qué bien que está Indiferencia. Felicitaciones.

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