El Microrelato teatral o Miniteatro, hacia una nueva categoría textual

Esta investigación surge a partir de una inquietud personal frente al tema del teatro breve, a partir de la ponencia realizada en el año 2004 en el marco del III Congreso Internacional de Minificción en Valparaíso, con la Universidad de Playa Ancha como sede principal, por la profesora Irene Andrès-Suarez en donde nombra ciertos microrelatos teatrales de Javier Tomeo y Julia Otxoa, solamente lo enuncia y es entonces donde me doy cuenta que la prematura búsqueda que había comenzado no era en vano. Inmediatamente le planteo la inquietud y la falta de material para realizar una investigación, me entrega algunos títulos en donde puedo indagar y ya, desde ese día que no ha parado la investigación.

La minificción es entendida en la actualidad como una nueva categoría discursiva, híbrida y cambiante que se relaciona directamente con los cambios del mundo contemporáneo. Esta modalidad en los últimos años ha alcanzado una gran importancia y difusión, lo que se ha visto reflejado en el gran número de estudios críticos y una gran producción escritural. En el ámbito académico la minificción o los microrrelatos han marcado presencia importante en las aulas, dictándose cátedras exclusivas del género, y dando pie a muchas y variadas investigaciones.

A partir de esto podemos hablar sobre el fenómeno de los microrrelatos teatrales o miniteatro como una corriente más tardía, pero no por esto menos importante. Siendo ésta una de las nuevas formas mixtas del género, por lo que existe muy poco conocimiento de él y ha sido poco estudiado, a pesar de su presencia indiscutida en la literatura. Por este motivo se ve incentivada esta investigación, pues, se cree que es necesario e importante aportar con un artículo a una de las formas mixtas emergentes en el estudio de la minificción.

Esta investigación se ha planteado dos grandes objetivos; el primero, busca establecer y esclarecer los antecedentes de los microrrelatos teatrales o miniteatro y, el segundo, busca interpretar el fenómeno del miniteatro en relación a los actuales estudios que se realizan sobre minificción para mostrar si existe o no pertinencia entre este fenómeno y los estudios críticos, literarios y académicos que se generan en torno a la minificción.

Durante la segunda mitad del siglo XX el teatro vive importantes cambios a nivel mundial y nacional, específicamente en Chile surge el teatro social, como dura crítica al anterior concepto de teatro en el que aparecía la burguesía como personaje principal, ya sea para enaltecerla o para criticarla. La aparición del teatro proletario creo una nueva concepción y apertura en el teatro, siempre ligado a una elite social.

Luego aparece la performance y el cine, que vienen a quitar espacio al teatro, partidos políticos, por ejemplo Heiner Müller es uno de los primeros escritores que reacciona frente a estas nuevas inquietudes, realizando textos teatrales en los cuales sólo se dan pautas de la puesta en escena y algunos tintes del diálogo, exacerbando la atmósfera de destrucción de los textos clásicos y del mismo proceder escritural[1].

También es importante destacar el nacimiento del formato breve en el siglo XX, con la creación de importantes festivales que se realizan en Chile, en Santiago principalmente, durante el periodo que analizamos. Lo que coincide con la disolución de la hegemonía aristotélica de entender el teatro y que responde a una visión propia de la vida moderna.

Ambas categorías, la minificción y el teatro breve surgen por este motivo, como una reacción a la agitada vida actual.

Tal como lo plantea Lauro Zavala, la cultura contemporánea es una cultura de la fragmentación, donde cada fragmento exige su propio contexto de validación. Así la intertextualidad contemporánea se puede considerar como una forma de intercontextualidad[2].

Podemos entonces establecer tres líneas en donde confluye la minificción y el teatro breve, los que son la brevedad, la hibridez genérica y el tiempo anafórico.

1. En cuanto a la brevedad, debemos remontarnos treinta años atrás, es decir nos situamos en un Chile post dictadura, lo que sucedió con el país, la vida cotidiana y principalmente con el arte y entender que todo esto da lugar a importantes cambios que se ven reflejados en la experimentación y nuevas formas de enfrentarnos con el arte. Con respecto al teatro el devenir político de Chile en la segunda mitad del siglo XX se ve reflejado y causa cambios en el acontecer teatral. Muchas salas de teatro son cerradas en dictadura, se exilian a dramaturgos y actores, con lo que se quiebra y remueve el quehacer artístico teatral. Es aquí en donde hace su aparición la performance y las intervenciones teatrales callejeras, como síntoma de la falta de espacios para hacer teatro[3].

En la actualidad la brevedad teatral tiene que ver más con una experimentación y una ruptura de los cánones establecidos e instaurados por un teatro clásico, un teatro aristotélico. También podemos relacionar el microrrelato teatral con la fractalidad, con generar textos breves por si mismos, como también pequeños textos teatrales insertos en un grupo, que puedan ser leídos o presentados de forma individual o grupal, sin dejar de tener un valor por si mismos como unidad y como conjunto, como es el ejemplo de Terror y Miserias en el Tercer Reich, de Bertolt Bretcht.

Para el investigador mexicano Lauro Zavala, la brevedad tiene un trasfondo importante, pues se condensa y selecciona la información para poder llegar al lector-espectador del mismo modo que si nos enfrentáramos a un texto de mayor extensión.

El microrrelato teatral o miniteatro comparte con la minificción esta importante característica, teniendo además en consideración que nos enfrentamos de formas distintas al uno y al otro.

Al encontrarnos con el primero nos llama la atención la forma en que se enfrenta el problema, pues se sale de las convenciones aristotélicas de hacer teatro, para incluir un formato distinto, novedoso e impactante para el espectador, pues no existe la presentación, el nudo y el desenlace; ya no se realiza un presentación de los personajes ni del problema si no que de inmediato nos encontramos en el nudo, es decir el problema planteado y con una resolución inmediata, o bien se deja el desenlace a la imaginación del lector/espectador.

El teatro de formato breve también recurre a la exclusión del centro como una forma de volver activo al lector/espectador, de tal manera que sea éste quien deba completarlo con imágenes[4].

2. En cuanto a la hibridez genérica, es aquí donde la investigación plantea principalmente el cruce genérico como característica importante y que la minificción comparte con la nueva categoría que estudiamos, los microrrelatos teatrales. Se dice entonces que las pequeñas obras dramáticas pueden ir de la mano con textos poéticos, sentencias filosóficas, relatos, cuentos, tragedias y leyendas las que son llevadas al teatro o a la modalidad teatral breve en un formato que no rebasa los veinte minutos en escena y los cinco a diez minutos de lectura, pues lo escénico le agrega tiempo a lo dramatúrgico[5].

Andrés Kalawski, plantea que se debe adaptar la escala de la fábula si es que se va a trabajar con un formato breve, podemos creer que en un solo día Edipo se entere de todo, pero no que lo haga en cinco minutos, es por eso que el trabajo del que reescribe estos textos es una exigencia fuerte, pues se puede incluir una fábula muy extensa y eliminar la elaboración de ésta por parte de los personajes, o se puede minimizar la historia y mostrar solo la elaboración. Es como si el teatro de formato breve estuviera fuera del tiempo[6].

Dentro de este apartado y como característica de la hibridación de géneros encontramos la intertextualidad, la minificción se cruza con otros géneros y a su vez lo deja en evidencia al evocar ciertos textos y hacernos rellenar los vacíos como lectores/espectadores informados o ideales.

En la minificción teatral también encontramos esta característica, pues existen muchas obras de teatro con formato breve que se han escrito en base a otros textos pertenecientes a obras teatrales clásicas o de otros géneros literarios.

Un ejemplo de esto corresponde al trabajo del escritor Marco Denevi, quien en su libro Falsificaciones incluye una serie de composiciones teatrales pertenecientes al ficticio Festival de Stendal 1965 en donde las piezas están escritas siguiendo las convenciones de lo teatral, en una de las piezas se recrea el mito bíblico de Adán y Eva, en donde Eva es un animalito idiota al servicio de Adán, hasta que éste se convierte en un animalito idiota al servicio de Eva[7].

3. Cuando hablamos de tiempo anafórico nos referimos principalmente a lo planteado por Lauro Zavala, en su ensayo “Las fronteras de la minificción”, en donde plantea que esta forma de abordar los textos, desde el conflicto, tiene una estrecha relación con la fugacidad de la vida moderna, en donde nos saltamos los preámbulos para ir directo al grano[8].

Resulta ser una forma aprendida en la sociedad actual, que va de la mano con las formas culturales de la vida contemporánea, ya que podemos plantear que la minificción es un género denso y riesgoso, exigente y generoso, cuya naturaleza está en consonancia con la sensibilidad contemporánea, a la vez híbrida y fragmentaria. Su necesaria precisión produce textos de una intensa intertextualidad y una inevitable ironía.

Un ejemplo de esto, y cito de nuevo Falsificaciones de Marco Denevi, en donde se reescribe la trágica historia de Romeo y Julieta, pero se comienza desde la acción, ya no se presenta el conflicto entre las familias de los personajes principales, sino que se muestra el meollo del problema. Esto nos da a entender que ya no se hace necesaria la explicación del problema, si no que se va directo a éste, para así dar paso a la resolución o a la finalización de este conflicto que tiene la mayoría de las veces un final abrupto o con algún dejo de ironía o desacralización.

Entonces, a modo de conclusión el arte y la literatura en el Chile contemporáneo recurre a lo inmediato y a lo fugaz, así como el cine da cabida a los cortometrajes y nanometrajes dentro de sus producciones, la minificción dentro de la literatura sigue cumpliendo un rol importantísimo, ya sea en su producción y en su estudio. En cuanto al teatro, el crecimiento y conocimiento del teatro de formato breve nos hace darnos cuenta que se recurre a la fractalidad como estrategia importante.

Nos encontramos en un mundo globalizado, en donde la cultura de lo instantáneo es lo que prima, por ejemplo, la mensajería instantánea es el medio de comunicación más utilizado. Entonces se debe tomar en cuenta estas estrategias como una formula importante y tal como lo plantea Lauro Zavala con respecto a la minificción, que estas nuevas categorías cumplan la función de antivirus contra la falta de amor por la lectura y por las artes en general, pues nos permite acercarnos a obras clásicas, ya sean literarias o teatrales, por medio de la intertextualidad y la accesibilidad al fragmento[9].


Paulina Bermúdez Valdebenito

Ponencia leída en el V Congreso Internacional de Minificción realizada en la Universidad del Comahue, Neuquén, Argentina


1 comentarios:

PADRE RESPONSABLE | 2 de marzo de 2009, 16:37

¡Vaya! Qué alegría nos da leer esto. Hay muchas claves para entender el fervor que nos causa nuestro proyecto de Microficción Periodística.

Se llama Agencia Pinocho, y los invitamos a darse una pasada: el objetivo es cultivar un híbrido entre el minirrelato y el estilo más seco del periodismo, para disfrazar de noticia las minucias incomprobables de la vida cotidiana.

Seguiremos pasando por aquí a recoger argumentos para seguir andando.

Gracias.

Y ya saben: http://agenciapinocho.blogspot.com

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