Ficticianos en Ficción Mínima:





Josep M. Nuévalos

Lo sustancial de cualquiera que trate de producir en esta industria, es lo que escribe. Todo lo demás es arabesco, oro del moro, plata que caga la gata. La primera vez yo también nací en el Mediterráneo, aunque al parecer debo gozar de una propensión natural a sobrevenirme porque luego volví a hacerlo más veces. Unas, en puertos bañados por el mismo mar, otras, en océanos y montes lejanos. Así, un señor argentino me nació una tarde lluviosa en su biblioteca de Babel. Y una mañana de agosto y saponarias, un caballero mexicano me des(a)lumbró en Comala poco tiempo después de que un hechicero caribe me llevase de la mano a contemplar el hielo como si fuera la primera vez.
Y en ello estamos, abriendo cada día los ojos y entretenidos con las letras del abecedario.


La pajillera del Edén.
Un cartel en la entrada anuncia para hoy la clausura del “Edén” Sentada en la última fila, la vieja enana malvende sus habilidades tal como ha hecho desde que tiene uso de razón. Miles de orgasmos se han derramado entre sus menudas y expertas manos al tiempo que devoraba las secuencias: tesoros enterrados, alfombras voladoras, ventanas indiscretas, hombres lobo, tipos con pistolas, testigos acosados, falsos culpables, rubias platino, vampiros...
La diestra manipuladora, reconoce los contornos fragmentados en la sombra igual que maniquíes olvidados en un remoto almacén: el adolescente que cierra los ojos para evocar los retratos de aquella revista oculta en libros de texto; el viajante de comercio que permuta la rutina de la pensión, por la más acogedora del sexo de su juventud; el cuarentón aniñado, con la marca de su diferencia, buscón de peces revueltos por las aguas y el olor a desinfectante de los aseos; el anciano que demora regresar a una casa donde esperan la verdura cocinada sin sal, los medicamentos y aquella calavera con la que se casó.
Berta la enana, dibuja una amarga sonrisa mientras imagina que aquel viejo local y las almas que lo habitan, forman ya parte de un largo y brumoso flash-back que alguien, sentado en un palco infinito contempla proyectado en una nube mientras una mano enorme busca, con ansia, el tibio calor de la divina entrepierna.

Erótica verborragia
Sin poder reprimir su deseo de tomar la palabra, Afrodito Fernández, le arranca de cuajo el sentido original; abre sus sílabas trabadas, la desnuda de vocales, y cuando yace exhausta sobre el atril, le da la vuelta y se desahoga en sus conjugaciones... Tras varios acoplamientos revolviéndose en un lecho de vocablos que giran como veletas, en pleno éxtasis oral y labial, aquel amante de la lengua, aparea unos versos en arte menor que le estallan en la boca con todo el néctar fluido que expelen, gozosos, los fonemas.

Cine Olimpia
A los Dioses les gusta ir de jarana por los cines de verano. Al son de la música de ferias cercanas la familia al completo desciende del Monte Olimpo y, confundidos con los mortales, comparten algodón de azúcar, almendras garrapiñadas y helados de vainilla y chocolate. Todo cabe en la noche de un cine de verano, desde el perfume a jazmín y madreselva, a la luna, los astros y las constelaciones. Cuando la película no sea del agrado de Zeus, es posible que sintáis el ruido y la furia de algún aguacero que os arruine la función. Pero esta noche no hay peligro; hoy echan “una de romanos”.

Fan
Tantas veces le vio morir y volver a resucitar en la pantalla, que fue el primer sorprendido cuando no se levantó tras descerrajarle seis tiros en la cabeza.

Bifurcaciones
Fue un sueño tan largo y pesado que cuando el asesino disparó, él estaba desayunando con su familia y leía las noticias de la mañana. Cayó sobre su taza de café, con un tiro en la frente y la sorpresa reflejada de leer su propia esquela.

De profundis
En el río de mi sueño hay un ahogado. Me acerco a mirarle los ojos y veo otro río donde un hombre se acerca al estero, retira el légamo de la cara y me mira fijamente a los ojos.

Ensañadas
Los celos por sus primas las lechugas y escarolas, no han dejado crecer a las envidias.

“Gracias a la vida, que me ha dado tanto”
Canta la muerte mientras los niños apuestan a las tabas sus pequeños ataúdes de juguete.

Instantáneas
Al fotógrafo del Vaticano, sus negativos le son revelados en un santiamén por obra y gracia del Espíritu Santo.

Pedagógica
Lo bueno, si breve, dos veces bue

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