Ficticianos en Ficción Mínima:







Amélie Olaiz

Nació en León Guanajuato, México. Estudió Diseño Gráfico en la UIA. Cursó la Maestría en Diseño Industrial en la UNAM y el diplomado de Creatividad en la UIA. Su trabajo gráfico se ha usado en varias empresas mexicanas y trasnacionales. Fue docente universitaria y se especializó en el desarrollo de la creatividad humana.
En 1996 inició el estudio de la filosofía Budista.
Su trabajo literario se ha publicado en los periódicos: La Jornada y Reforma, en libros de texto para educación primaria y secundaria en México y Chile, y en varias antologías virtuales.
Ganó tres primeros lugares en los concursos de la Marina de Ficticia.
Ha participado en los talleres de Mónica Lavin, Agustín Cadena, Rosa Beltrán, Rafael Ramírez Heredia, Eusebio Ruvalcaba, Adriana Jiménez.
Ha publicado:
· “Ciudadanos de Ficticia” ( antología de cuento y minificción) editorial Ficticia 2003
· “Piedras de Luna”, (minificciones) editorial El viejo pozo 2005, y la reedición en editorial Alcalá, España, 2007.
· “Aquí está tu cielo” (cuento) editorial Alcalá, España, 2007.
· “Prohibido fumar” (antología de cuento) editorial Lectorum 2008
· “Infidelidades.con” (antología de cuento) editorial Terracota 2008
Actualmente tiene una novela y un libro de cuentos en revisión. Saca fotografías con desmesura, pinta acuarelas con sus hijas, mal educa a sus perros, acaricia a su cotorra y entrada la tarde se acurruca en el hombro de su esposo.

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La muerte del cine mudo
El hombre abandona el viejo cartel y entra a la sala del cine. Camina por el pasillo central. Lleno de asombro observa que su silueta no se recorta sobre la pantalla.
Durante la escena de las explosiones, asustado, se oculta tras una butaca. Saca la cabeza y mira hacia los lados. Del suelo recoge dos palomitas de maíz que coloca en sus orejas. Se incorpora para observar la balacera, tapando, de hito en hito, su cara con los brazos. Permanece absorto unos minutos. Mueve su pequeño y tupido bigote, gira sobre sus talones y se enfila hacia la salida. Con el frac raído, su bombín sobre el pecho y el bastón en la mano, va decidido a guardar un milenio de silencio.

Déjà vu
Pequeñas tuercas, tornillos y engranes ocupan su sitio. Trozos blancos se unen y la carátula deja de ser un rompecabezas imposible. Los romanos vuelven de direcciones opuestas y se integran al orden determinado. Las manecillas regresan como flechas que recobran el rumbo. La cadenilla, una serpiente de oro suspendida en el espacio, se engancha a la tapa. Huesos, uñas, vellos y piel son de nuevo las manos que sostienen el reloj de bolsillo. El hombre, ya sin prisa, lee la frase que su tatarabuelo grabó: “No fuerces el tiempo porque puede explotarte en las manos”

Diabluras
Se enrolló sobre sí mismo para rodar hacia ellos. Al chocar, los ángeles volaron por el espacio con sus alas blancas imperturbables. Todos terminaron despedazados en el suelo.
Matacus, el orgulloso armadillo, se desenroscó para disfrutar el festejo de los niños.
—¡Chuza! —gritaban los pequeñines frente al nacimiento hecho trizas.

Tildólogo Compulsivo
Nació sobre un pupitre en la Real Academia Española. Hijo de la famosa filóloga Sílaba Tercera, estudió la educación básica bajo la supervisión de su abuela Esdrújula.
A principios del siglo XX1 fundó, en Grave, Itálica, el Instituto de estudios superiores de la tilde. Actualmente funge como único miembro autorizado para quitar y poner acentos a discreción. Sus experimentos lo han hecho merecedor del Premio Nóbel de gramática, y le han ganado un lugar en la rotonda de los hombres agudos.

Sociedades que trascienden
—¿Qué haces aquí?— preguntó exaltado.
—Vine para hablar de negocios— respondió con tranquilidad.
—No chingues, tú estás muerto.
—Muerto sí, inactivo no.
—¿Y qué carajos quieres conmigo? Mejor busca un cura.
—Quiero mi parte del botín— dijo metiendo la mano en la caja fuerte, sin abrirla.
—¿Tú dinero? No mames, allá ni te sirve.
—Claro que sí, ya hice un estudio de mercado y quiero contratar un matón.
—¿Para matar a quién?— preguntó nervioso.
—Tranquilízate sólo quiero mudar el negocio para acá, pero necesito, primero, traerte a ti.

3 comentarios:

Jairo Rojas Rojas | 1 de diciembre de 2008, 17:16

es aqui donde la imaginación y el humor se fusionan divinamente. El último cuento es genial.

Amélie | 2 de diciembre de 2008, 15:09

gracias por tu comentario.
saludos
amélie

Amélie | 2 de diciembre de 2008, 15:12

Alfonso; gracias por invitarme a Ficción mínima un proyecto ideal para la red y para invitar a la gente a leer.
muchos saludos
Amélie

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